jueves, 28 de junio de 2012

Estudio en escarlata, de Arthur Conan Doyle


Ésta es la primera de las novelas en que aparece el legendario, muy legendario, detective inglés Sherlock Holmes. Aquí es donde conoce a su inseparable mayordomo que pasará siempre por asistente y que se llama John Watson.
La idea de vivir juntos les surge porque ambos andan un poco rotos de los bolsillos y, sin conocerse, deciden darle prioridad al ahorro que al riesgo de vivir con un desquiciado. Watson al poco tiempo se da cuenta del gran poder de deducción que tiene su compañero de piso. Deduce el oficio y demás cosas de una persona con sólo verla de lejos.
Holmes, para sorpresa de Watson, trabaja en el anonimato para investigadores “profesionales” que acuden a él y le cuentan los pormenores de un caso para que allí mismo, en la comodidad de su hogar, se los resuelva.
Al poco tiempo de que los dos hombres comparten techo, llega a Holmes un caso que no es, al principio, fácil de resolver, y que lo obligará a salir de su casa a investigar por su cuenta. Un extraño asesinato, o algo parecido a ello, lo lleva hasta una disputa bastante vieja, acontecida en una comunidad mormona de Utah, muchos años atrás.
La eficiencia con que Holmes resuelve el caso, supone el inicio de una brillante carrera del detective y de su autor, porque a la par crecieron y murió sólo el que era mortal. El otro se sigue editando con frecuencia y también sigue cumpliendo su objetivo primordial: entretener. Aunque muchos han querido, no sé con qué argumentos, llevarlo más lejos y atribuirle calidad y grandeza literaria que no tiene.
Sherlock Holmes y la cadena de relatos y novelas que lo contienen no es ni de lejos un compendio de excelentes obras literarias; es, o creo fue, literatura de entretenimiento que encontró acomodo en las tardes de ocio de los ingleses y que después se expandió por el mundo. Es cierto que hay fanáticos del legendario detective, pero eso no es pretexto para tildarlo de obra maestra. Hay fanáticos, en general, de mala y pésima literatura bien promocionada y bien vendida. Las obras de Doyle no son una bazofia, desde luego, tienen su merito. Ser los pilares de un género que aún nos persigue ya es ser algo. Tuvieron un efecto muy fuerte en la literatura y hasta en la cultura de una sociedad, y allí radica su valor, no en su calidad literaria, que es, desde luego, cuestionable.

¿Qué es lo mejor del libro?
Es una novelita policíaca bien hecha, pero con alcances bien reducidos. Entretenimiento puro. Nadie se imaginaba lo que llegaría a ser después.
¿Se lee rápido?
Sí, bastante. Aburrida no es.
¿Tiene algunos defectos?
No, aunque eso no significa que sea una maravilla.
¿A quién podría gustarle?
A los fanáticos de la novela policíaca. Imagino que algunos tienen el ejemplar en un pedestal o algo parecido.
¿Deja algún mensaje?
No, ni predice el éxito que Doyle y Holmes tendrían de allí en adelante.
¿Se merecería ganar un premio?
Ésta es otra de las novelas que ya no está para esos trotes.

7/10

Aquí hay otra reseña del libro
Y aquí una más


1 comentario:

  1. En la adolescencia recuerdo haber leído a Agatha Christie, pero no a Arthur Conan Doyle. Me tientas..¡Gracias por compartirlo!

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