La novela es tan buena que podría citar casi cualquier fragmento de cualquier página, pero hay unos mejores que otros. Lo siguiente es una charla de dos veteranos de la dictadura militar en la Argentina. Veamos la maestría de don Horacio:
—No sé si te servirá para algo que te lo diga, pero creo que lo mío es peor. No hice cagadas suicidas como vos, ni busqué salvarme. No hice nada. Nada de nada. Los tipos secuestraban, torturaban, todo eso, y yo iba al trabajo todos días, y volvía del trabajo y me quedaba en casa, con la luz apagada, mirando la calle, pedacitos de calle, por las rendijas de las persianas. Vi cómo se llevaban vecinos. Lloré, sí, pero no hice nada. Como casi todo el mundo. Yo no soy un boludo como vos, soy un hijo de puta.
—No me parece, pero si a vos te tranquiliza juzgarte así, dale, sé feliz. Total, ¿quién va a enterarse?
Escalofriante realidad, pero muy propia de humanos. Desde los alemanes que veían cómo los nazis se llevaban a inocentes hasta los mexicanos de hoy que ven cómo los narcos se comen a su país, nadie hace nada por instinto de supervivencia. La apatía es para casi todo el mundo una especie de seguro de vida. Mientras no sea mi puerta la que están pateando, piensan, todo, para mí, está bien.
Es probable que muchos digan que ésa es una conducta de cobardes. Pero primero para una persona está su familia y su propia vida. Hay que pensar en eso antes de juzgar a la ligera.
Parece que tengo que ponerme a investigar sobre Horacio Vázquez-Rial (no he leído nada del autor). Supongo que debería empezar con "El camino del norte", ¿verdad? Un abrazo.
ResponderEliminarNo conozco a este autor pero me has contagiado tu entusiasmo, voy a leer la otra reseña, la de "El camino del norte" ahora mismo a ver qué tal. Un abrazo.
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