El
protagonista de esta novela es un español aristocrático venido a menos. A mucho
menos. Educado en Inglaterra como todo un señorito, con un perfecto dominio del
francés y del ingles, como corresponde a su estamento, en la flor de la
juventud se ve reducido a la pobreza, que no a la miseria, debido a que su
padre se arruinó.
Ernesto,
que así se llama, encuentra un trabajo de oficinista donde gana lo necesario
para vivir modestamente. Pero un mal día es despedido y poco a poco su pobreza
se va convirtiendo en miseria. Al no poder encontrar otro trabajo, se ve obligado
a abandonar su modesta vivienda y a mudarse a un suburbio a vivir en una mísera
chabola.
Con ropas
desgastadas, zapatos rotos que le quedan grandes, enfermo y hambriento, Ernesto
impresiona a quienes lo ven porque, aun con esa apariencia, es un pobre que no
parece pobre. Su obsesión por la higiene lo hace rasurarse todas las mañanas,
aun cuando ni siquiera tiene un espejo para ayudarse. Su comportamiento
impecable, es todo un caballero, provoca que algunas personan crean que
realmente es un hombre rico que está fingiendo ser pobre.
Los muy
arraigados principios de Ernesto le impiden pedir ayuda, él sólo pide trabajo,
que nadie quiere darle, pero si una buena persona le ofrece un plato de comida,
lo agradece como si lo estuvieran alojando en el palacio de un rey, con
palabras llenas de refinamiento y bondad.
Cuando ha
perdido las esperanzas, y ya no tiene con que comer, se resigna a morir en su
mísera chabola, pero un aristócrata con forro de pobre, incluso allí en el
suburbio, atrae a las personas que jamás han visto a un pobre en harapos tan
limpios.
La novela
en un principio me ha parecido de mediana calidad, buena sin serlo tanto, con
algunas frases impagables que se agradecen, pero hacia el final se nos cae. Eso
no es raro. Son muchos los autores que justo en el final de sus novelas es
cuando se ven en problemas y no las terminan de la manera más apropiada, y éste
es uno de esos casos.
Con todo,
reconozco que no se pierde el tiempo leyéndola, y, además, nos deja un mensaje
más que claro: la suciedad, la pereza y la vulgaridad no tienen porque ser
hermanos inseparables de la pobreza. Muchos dirían que una persona que vive en
la miseria no se ocupa de su apariencia porque su precariedad le quita los
ánimos de todo. Eso es, desde luego, una razón, pero no una justificación.
Algo más
que también es importante y que resalta esta novela es el valor de una buena
educación. Ernesto llevó sus impecables modales hasta el suburbio donde se vio
obligado a vivir, y allí habría mantenido una conversación interesante con un
rey o un nobel. La educación no se pierde nunca, por más que la vida cambie.
Como puede apreciarse
por la portada, la novela fue editada en los 50s, y no garantizo que sea fácil
hallarla actualmente si no es en alguna biblioteca o librería de viejo. No
puedo evitar pensar que si en lugar de un español la hubiera escrito un ruso no
sería tan anónima.
¿Qué es lo
mejor del libro?
Es una
novela bien escrita, aunque de cortos objetivos que, eso sí, cumple a la
perfección.
¿Se lee
rápido?
Sí, se lee
bastante rápido. Es, en algunos aspectos, lectura muy ligera.
¿Tiene
algunos defectos?
Quizás un
final más bien elaborado habría hecho mucho por ella, pero así son las cosas…
¿A quién
podría gustarle?
Creo que es
una novela para todo público. Incluso la recomiendo para adolescentes.
¿Deja algún
mensaje?
Sí, muchos,
aunque el principal es cuando Ernesto se niega a perder su dignidad y su
educación aun cuando pierde todo lo demás.
¿Se
merecería ganar un premio?
No llega a
tanto, pero considerando las que premian hoy en día creo que lo mejor es decir que
sí.
7/10
Muy interesante aunque tanto el autor como la novela me eran del todo desconocidos. Me gusta la recomendación así que me la guardo. Un beso :)
ResponderEliminarNunca había oído hablar de ella pero si soy sincera si me hiciera con el sería por eso, más que porque me atraiga.
ResponderEliminarUn beso!